Al fin Viernes.

Afirmo que las redes sociales están terminando con las personales. Cada día me doy más cuenta lo difícil que es hablar con alguien mas de 140 caracteres. Por eso el señor Trump escribe sus discursos en twitter, simplemente por su incultura. Pero me temo que estamos rodeados de señores y señoras Trumps. Saber presentarse, conocer las reglas de cómo conversar y tener algo que decir no son cosas de perogrullo. Si le unimos a esto las normas de educación y un barniz de mundología le abocan a usted a vivir desde hoy en una isla, donde tendrá mucha suerte si se topa con Viernes y usted sea Robinsón. Isla rodeada de un mar de personas que simplemente han perdido o desconocen el placer de conversar y ya puestos de convivir. Se da el caso del vecino coñazo en internet, que luego no te saluda en el ascensor.Este largo preámbulo iba a lo extraño que resulta que ya incluso muchos amigos hayan dejado de llamar para vernos, para tomar un café, cenar, que pregunten por la salud. Me refiero a hablar no ya en persona que seria lo mas humano, sino ni siquiera por el chisme telefónico. Algunos y algunas me escriben mensaje de amor llenos de iconos. He recibido fotos de desnudos y de hacer el amor por teléfono. Y en directo porqué no, respondo. Mi frecuencia en estos últimos años ha sido baja tirando a inexistente, pero puedo ponerme al día en un par de citas.Bromas aparte he tenido la suerte de toparme con Viernes, una chica dentro de su isla. Comenzamos a causa de una información sobre navegar en barco y de ahí a una cosa y otra. Ella en un cierto momento miro su reloj, con lo cual yo interpreté que daba por terminado el momento. Tiene prisa o alguna cosa que hacer, puedo informarle otro día, le dije. Que va respondió nada de nada en los próximos tres meses, le apetece un café?. Podemos charlar de cualquier cosa. De la emoción me levante ofreciéndole mi mano y mi nombre, de cualquier cosa inquirí. Bueno comencemos con algo sencillo dijo ella. Señorita hágame el favor de dar la primera nota o compas y yo le sigo hacia donde usted me lleve. Me siento de otra época, me resulta imposible enamorarme de alguien por teléfono, ni practicar sexo virtual. Incluso para el sexo real también necesito una relación previa personal, aunque sea escueta por mor de las hormonas revueltas. Me encanta oírla hablar, se va animando y gesticula con las manos, son pequeñas, cuidadas, un par de anillos. Lleva sandalias y sus pies son bonitos también. Me llega su perfume, pero es el tono de su voz, sus pausas lo que mas me gusta de ella.